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El caso de fracaso de Softonic, de la gloria al infierno

¿Recuerdas los primeros años de Internet, cuando las conexiones eran lentas, los módems sonaban como robots cabreados y la nube aún no era más que un concepto meteorológico? En esa época, hubo una web que se convirtió en la referencia indiscutible para millones de usuarios que buscaban una manera sencilla y confiable de descargar programas: Softonic. Su historia es el ejemplo perfecto de cómo una gran idea puede escalar rápido, conquistar mercados y… desplomarse estrepitosamente. En esta ocasión, analizamos el caso de fracaso de Softonic, una lección de negocios digitales tan fascinante como aleccionadora.

El comienzo brillante del caso de fracaso de Softonic

Corría el año 1997. En España, Internet era todavía un territorio virgen para el gran público. Fue entonces cuando Tomás Diago, un joven de apenas 22 años, detectó una necesidad que muchos no sabían que tenían. Mientras realizaba sus prácticas en Intercom, una empresa catalana pionera en negocios digitales, decidió crear un simple fichero con enlaces de descarga de software para facilitar el trabajo de sus compañeros. Lo que empezó como una herramienta interna, se transformó en una plataforma abierta al público bajo el nombre de Shareware Intercom.

Ciertamente, la idea era tan sencilla como potente: agrupar programas útiles, ordenarlos por categorías y permitir a los usuarios descargarlos fácilmente. Y lo mejor: en español, algo que en aquella época era prácticamente inexistente en la red. El éxito no tardó en llegar. Rápidamente, la plataforma creció, se internacionalizó —con presencia en países como Italia, Alemania, China y Estados Unidos— y finalmente cambió su nombre a Softonic. La fórmula funcionaba: utilidad, sencillez y una audiencia cada vez mayor.

El auge de una estrella digital

Softonic se convirtió en el buscador por excelencia para encontrar programas informáticos. Desde aplicaciones para editar fotos hasta utilidades para acelerar el ordenador, la web ofrecía una enorme variedad de software gratuito. ¿Qué podría hacer pensar en un caso de fracaso de Softonic?

En realidad, su modelo de negocio se apoyaba principalmente en la publicidad, ya que las descargas no tenían coste. Eso hacía del posicionamiento en Google un factor clave para su supervivencia y expansión. 

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Al respecto, te recomendamos leer nuestro post Los 3 pilares de la estrategia SEO.

En 2002, la empresa entró en beneficios. En plena crisis económica, en 2009, ya facturaba 18 millones de euros y registraba un beneficio neto de 7 millones. Las cifras eran impresionantes: millones de usuarios, miles de programas disponibles, y una comunidad activa que valoraba, comentaba y preguntaba en los foros del sitio.

A modo de ejemplo: en 2012, según datos de OJD y Nielsen, Softonic superaba los 131 millones de usuarios únicos al mes, generaba más de 281 millones de visitas y cerca de 800 millones de páginas vistas. Se descargaban más de cuatro millones de aplicaciones al día. ¡El cielo era el límite!

Primeras señales de desgaste en el caso de fracaso de Softonic

Como todo negocio digital que evoluciona con el tiempo, Softonic también transformó su modelo. Lo que en un principio fue una forma de distribuir software a través de CDs incluidos en periódicos, fue mutando hacia un enfoque más centrado en monetizar la publicidad, e incluso ofrecer servicios premium. Sin embargo, el cambio más profundo fue más conceptual que operativo: Softonic ya no quería ser solo una página de descargas. Buscaba ser una tienda de aplicaciones, una especie de App Store independiente para Windows.

El lanzamiento de su aplicación para Windows 8 en 2012 fue un movimiento ambicioso. En concreto, la idea era permitir a los usuarios descargar, actualizar y gestionar sus programas desde una única plataforma, algo muy similar a lo que ya ofrecían Apple o Google, pero desde una óptica más abierta y centrada en el entorno Windows. Además, incorporaron funcionalidades como escáneres de antivirus integrados y espacios de soporte comunitario. Todo parecía indicar que el futuro era prometedor.

Pero lo que Softonic no supo ver —o no quiso aceptar— fue que el mundo del software estaba cambiando demasiado rápido. Las tiendas de aplicaciones oficiales llegaron con fuerza, y los hábitos de los usuarios se reconfiguraron. Desde luego, descargar desde páginas externas comenzó a percibirse como algo anticuado e incluso arriesgado. Las alarmas estaban empezando a sonar.

El caso de fracaso de Softonic: caída, redención y nuevo rumbo

Tras tocar el cielo con una audiencia global y cifras de infarto, el caso de fracaso de Softonic empezó a escribirse en el momento en que su mayor aliado se convirtió en su peor enemigo: Google. En 2014, el buscador más influyente del planeta aplicó una actualización de su algoritmo (Panda 4.0). El objetivo era limpiar sus resultados de contenido poco original, copiado o considerado de baja calidad. Este movimiento —que también incluía el temido Payday Loan Algorithm, ideado para combatir el spam más agresivo— tuvo un impacto devastador en el tráfico web de muchas páginas. ¡Y Softonic no fue la excepción!

El golpe de Google: adiós a los primeros puestos

Hasta entonces, gran parte del éxito de Softonic residía en su excelente posicionamiento en buscadores. Aparecer en las primeras posiciones de Google significaba millones de clics diarios y, con ellos, ingresos millonarios gracias a la publicidad. Pero cuando el algoritmo cambió, Softonic fue barrida del mapa en muchas búsquedas clave. En consecuencia, la web, que en 2012 había alcanzado los 52 millones de euros en ingresos, vio cómo esa cifra caía en picado hasta los 38 millones en apenas dos años. La publicidad digital, su principal fuente de ingresos, se desplomó, y con ella, todo el modelo de negocio.

Las consecuencias no tardaron en llegar: la empresa, que tenía grandes planes de expansión y nuevas contrataciones, se vio obligada a aplicar un ERE en 2014 que supuso el despido de la mitad de la plantilla. El impacto fue demoledor y puso en duda la viabilidad futura de la compañía.

El descargador maldito

Por si fuera poco, en el caso de fracaso de Softonic la tormenta no venía solo de fuera. Internamente, la compañía también tomó decisiones que resultaron ser un lastre. En su intento por encontrar nuevas formas de monetización, lanzaron su propio descargador de software: una herramienta pensada para facilitar el proceso al usuario, pero que en la práctica generó justo el efecto contrario.

Muchos usuarios comenzaron a percibir el descargador como una puerta de entrada a software no deseado, barras de herramientas que llenaban el navegador de anuncios, o incluso adware. Más aún, la situación empeoró cuando varios antivirus comenzaron a detectarlo como potencialmente peligroso. La confianza del público, uno de los pilares fundamentales del éxito de Softonic, quedó seriamente dañada. Sin duda, el remedio fue peor que la enfermedad.

Tocar fondo para empezar de nuevo

Con el barco a la deriva, en 2015 la compañía hizo un movimiento decisivo: nombrar a Scott Arpajian como nuevo CEO. Su llegada marcó un antes y un después. Para empezar, en sus primeras declaraciones reconoció sin tapujos los errores cometidos: “Incluso con la mejor intención, Softonic Downloader era una experiencia muy confusa para el usuario; perdieron la confianza porque no entendían lo que estaba sucediendo”.

La estrategia fue clara: reconstruir la relación con el usuario desde cero. En mayo de ese año, lanzaron la campaña Softonic Clean & Safe, con el propósito de limpiar la plataforma de todo lo que pudiera generar desconfianza. Como parte del esfuerzo por revertir el caso de fracaso de Softonic, la empresa eliminó el descargador. Asimismo, se revisaron una a una miles de aplicaciones para asegurar que estuvieran libres de virus y se adoptaron políticas mucho más estrictas sobre los programas que se alojaban en el sitio. El precio de esta limpieza fue alto en lo económico, pero absolutamente necesario para intentar salvar la reputación.

Reinventarse o desaparecer

A partir de ese punto, Softonic emprendió una larga travesía de reinvención. En 2021, tomó el relevo Fiona Garvey como CEO, quien profundizó en la estrategia de diversificación. En una entrevista con el diario La Vanguardia, afirmaba con claridad: “Adaptamos la operativa a las exigencias de Google y diversificamos la fuente de ingresos”.

¡Y así lo hicieron! Si durante años Softonic vivió únicamente de los banners publicitarios, ahora apostaron por fuentes más variadas y sostenibles. Introdujeron herramientas propias que hoy representan más de una cuarta parte de su facturación, firmaron acuerdos de publicidad directa con empresas (8% de ingresos) y comenzaron a ofrecer asesoramiento a compañías para mejorar su presencia en Internet (5%).

Estos cambios empezaron a dar frutos. En 2022, la empresa ingresó 26,6 millones de euros, un 34% más que el año anterior. Superaron con holgura las cifras prepandemia y reactivaron la contratación de talento, con más de un centenar de personas en plantilla en Barcelona. Desde esta perspectiva, el caso de fracaso de Softonic ya parecía superado.

Un nuevo ecosistema

La renovación no fue solo interna. También se produjo un cambio sustancial en el accionariado. El fondo suizo Partners Group, que en 2012 había desembolsado 82 millones para hacerse con el 30% del capital, abandonó el barco en 2021. Su salida dio paso a nuevos actores: la firma alemana Eyeo (creadora de Adblock), el inversor Michael Levit y un grupo de socios minoritarios que hoy se reparten el control de forma proporcional.

Por otro lado, Softonic también ha apostado por crecer mediante adquisiciones. En 2023, absorbió la empresa francesa Appvizer, dedicada a ofrecer software a empresas, abriendo así una nueva línea de negocio orientada al segmento B2B. En paralelo, gestiona la plataforma download.com y no descarta adquirirla de forma definitiva.

¿Qué nos enseña el caso de fracaso de Softonic?

Después de años de incertidumbre, hoy el panorama es más optimista. En 2024, Softonic ingresó 28,4 millones de euros, consolidando su recuperación con un crecimiento del 16% respecto al año anterior. Su mayor mercado ya no es España, sino el ámbito anglosajón, con Estados Unidos y Reino Unido a la cabeza. Le siguen mercados europeos clave como Italia, Francia y Alemania.

Finalmente, debemos recordar que somos humanos y podemos cometer errores. ¡Pero corregir es de sabios! Así como te contamos historias fascinantes, como el caso de éxito Apple, también debemos hablar de las experiencias negativas de marcas que la liaron parda. Nuestra idea, en esMarketing, es que tomes buena nota de lo que debes evitar en tu carrera como emprendedor.

El caso de fracaso de Softonic es también una historia de supervivencia: de cómo una empresa al borde del colapso logró reinventarse, asumir sus fallos y buscar nuevas vías de crecimiento en un entorno digital cada vez más exigente. Una lección de humildad, pero también de resiliencia.

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